VERDUGOS DEL ANÁHUAC
YEHUANTIN TLATSAKUILTIANIME IKUAN ANAHUAC
Anáhuacmiquiztepicanoah
8vo pemulo
Hora indeterminada 16 noviembre. Autopista federal número 1036, en camino al XI Complejo industrial de componentes de comunicación cuántica. Base de operaciones improvisada de ejército californiano.
Una desordenada hilera de vehículos se movía sobre la silenciosa autopista, vigilada desde orbita por los sensores de un acorazado espacial de la federación Anáhuac.
La enorme bestia informe que era aquella hilera, estaba compuesta por una diversidad de transportes de todos los tipos y tamaños, militares y algunos tantos civiles que en los meses pasados fueron requisados por la guardia nacional y acondicionados para las tareas de defensa. Pero de manera constante esa bestia se desangraba, dejando varados decenas de vehículos que cada determinados kilómetros alguna pieza interna de su mecanismo, cedía ante el desgaste y era imposible reparar en el camino.
No había tiempo para detener el movimiento de tan peculiar caravana. A cierta distancia las tropas californianas, eran asediadas por droides terrestres de asalto pesado que continuamente hostigaban agravando el desgaste entre soldados hambrientos, heridos y agotados.
Doce horas antes, todo el frente norte californiano fue atacado. El empuje de las fuerzas mecanizadas angloamericanas arrasó con muchos de los fuertes en la línea defensiva, obligando a los sobrevivientes a dispersarse en una frenética huida hacia el sur. Fue a causa de ese repliegue desordenado en el cual muchos soldados se separaron de sus regimientos y batallones, que las fuerzas atacantes lograron filtrar grupos de comandos rangers encubiertos.
Entre uno de esos grupos estaba el especialista soldado raso James K. Polk. Él y sus compañeros vestían los mismos uniformes de sus contrapartes adversarias. Conjuntos de ropa olor caqui elaborados a base de textiles inteligentes cuyas microfibras reaccionaban a diversas funcionalidades. Los protectores corporales eran color verde olivo, consistían en espinilleras, rodilleras, chaleco, coderas, hombreras y los cascos equipados con filtros para el aire; estaban recubiertos por ligeras placas de blindaje que les cubrían partes del chaleco y demás puntos vulnerables. En ambos lados de las coderas estaba rotulada la bandera tricolor californiana, de colores verde, blanco y rojo; al centro el escudo de un oso grizzli en posición de ataque, rodeado por dos ramas, una de encino al frente de la bestia y otra de laurel al lado opuesto.
El vehículo en el que estaban encerrados como sardinas apretujadas, distaba mucho del aspecto imponente de todo aparato militar. Era uno de los tantos vehículos civiles acondicionados para la guerra, las destartaladas placas de blindaje reactivo que lo cubrían, fueron soldadas apresuradamente sobre una bóveda de varillas y placas metálicas mal ensambladas, dejando muchos espacios huecos en los cuales los rallos del sol y el polvo se filtraban al interior, obligando a los irritados soldados a usar mascarillas con filtros para no sentirse asfixiados por las diminutas motas de polvo del desierto californiano. Desde el exterior aquel vehículo parecía una tortuga andante sobre ruedas, que se escondía discretamente entre la multitud.
El sitio al que dirigía aquella caravana, además de ser el centro de mando de todas las fuerzas locales, era la misma razón de esta invasión y el objetivo en el que tres naciones ponían sus ojos y pelearían por el control en las próximas horas.
Desde orbita, la líder del navío Anacaona, nave insignia de la primer flota espacial cuyo nombre se remontaba a una antigua princesa guerrera taina y a una Tlacochcalcatl heroína de la segunda guerra angloamericana-nahuatlaca; daba las órdenes de mantener vigilado todo el tráfico terrestre y aéreo que salía o se dirigía con rumbo al complejo industrial #11 de la industria californiana de componentes de comunicación cuántica.
La operación de infiltración sobre el terreno enemigo planeada para esa misma noche estaba siendo coordinada al nivel más alto de las fuerzas armadas.
La comandante del navío desconocía los detalles por la política de información compartimentada, pero se percató de algunas extrañezas durante su monitoreo de la superficie que le dieron a entender que algo grande podría ocurrir en las siguientes horas.
California cedió el control de su espacio orbital a las fuerzas aeroespaciales nahuatlatas, en el momento mismo que no pudo contener la invasión. A partir de entonces desde el espacio, las fragatas y buques pesados de la primera flota espacial eran las dueñas de su espacio orbital, a cambio se encargaban de retransmitir el registro de movimientos en tierra y realizar la tarea de sostener las comunicaciones satelitales californianas que quedaron inhabilitadas cuando sus propios satélites y fuerzas orbitales fueron neutralizadas por el avasallador poder enemigo.
En tierra, el mando californiano dio la orden de concentrar a los remanentes sobrevivientes al asalto de la línea defensiva en su propia posición. La infraestructura del complejo industrial #11 era una de las más grandes de toda la nación, pero incluso ahí, tenían una severa carencia de suministros. Sin el subsidio de los convoyes de ayuda humanitaria del Anahuac, los cuales eran exageradamente limitados, pronto el grueso del ejercito defensor tiraría las armas.
La acción de concentrar todas las tropas sobrevivientes indicaba de forma clara que California se preparaba para el asalto final. Pero por qué razón Anglo América que contaba con la superioridad aérea no arrasaba con todas esas fuerzas dispersas con bombardeos aéreos era el gran misterio. En nada le beneficiaba al invasor permitir que los californianos concentraran sus últimas fuerzas en una instalación que debía ser conquistada con toda su infraestructura intacta.
El mundo entero dependía de la comunicación cuántica para sus comunicaciones espaciales y la única razón de que las naciones del mundo hicieron oídos sordos a las suplicas de California por auxilio era la propia promesa del invasor de liberar los conocimientos de la fabricación de dicha tecnología para el resto del mundo.
Para el Anáhuac, la razón para ofrecer un apoyo limitado a California era el odio mutuo que sus habitantes sentían por angloamerica. Pero ningún político estaba dispuesto a sacrificar una sola vida nacional por ayudar a un antiguo enemigo de su pueblo. La federación Anáhuac jamás perdona. El odio hacia sus enemigos del pasado fue gravado con sangre en su constitución nacional y aquella voz que osara cuestionar ese sagrado dogma seria condenado al más horripilante sacrificio y difamado como traidor a la patria.
Madrugada del 17 noviembre 2208. Complejo industrial numero #11 de componentes de comunicación cuántica. Base del alto mando militar californiano.
Era un turno de vigilia ordinaria para los centinelas aquella funesta noche del año de los dioses 1 cuchillo de pedernal, fecha que marcaría la alborada de una nueva era. En aquel instante, ninguno de los actores que participaron en los acontecimientos que reformarían el futuro y el pasado de toda la humanidad, tenia la nimia conciencia de la importancia de sus acciones en los minutos próximos.
Preparándose en la bahía de carga de discretas naves, tres equipos mixtos de fuerzas especiales nahuatlacas tensaban sus músculos prestos para iniciar el inminente combate.
Los controladores automatizados de tráfico aéreo en el complejo militar descartaron alguna alerta o inspección adicional cuando los caballos de Troya, transmitieron los códigos de seguridad al descender en las bahías de aterrizaje; En otros lugares equipos de infiltración angloamericanos se escabullían a través de los controles de acceso terrestre.
Mientras aquellos soldados de potencias extranjeras pisoteaban los estoicos intentos por resistencia de las fuerzas armadas californianas. A un centenar de metros bajo el subsuelo el científico más importante de toda la historia humana, el físico teórico Rogelio Mondragón presenciaba con orgullo la culminación de 30 años de esfuerzo de su nación entera. El máximo descubrimiento que convertiría a su pequeño país en el epitome científico, tecnológico y militar no solo de su tiempo y de su mundo, sino de los tiempos prestados de muchas dimensiones alternativas y mundos similares a la Tierra. Era imposible para California rechazar la invasión, pero usando el portal trans-dimencional que terminaban de desarrollar a base del elemento Altocalifornio y la teoría expandida del entrelazamiento cuántico desarrollada por Mondragon; tendrían la opción de rearmarse y pelear otro día. Una vez completara los preparativos usaría el portal para transferir un pequeño grupo de californianos seleccionados a otra realidad. Desde ese mundo crecería implacable una nueva civilización tecnológica que con el tiempo retornaría a este mundo para recuperar su país. A partir de ese evento como punto de partida la historia futura de la humanidad seria escrita por Mondragón.
Para esta realidad pasaría solo un suspiro, un latido en el corazón de todos los hombres y mujeres del planeta. Pero en la realidad alternativa a la que el mismo viajaría, su contingente de seguidores tendrían el tiempo infinito para prepararse para la reconquista de su tierra natal.
Los planes de Mondragon eran usar el portal para viajar a otro mundo idéntico a la Tierra, con una historia muy similar pero que al transitar entre dimensiones paralelas daba la posibilidad de retroceder en el tiempo, el usaría esa característica de los viajes inter-dimensionales para viajar a finales del imperio colonial español. Sus hombres armados con rifles de riel y escafandras militares del siglo 23 aniquilarían a todas las fuerzas locales que se les opusieran, dirigirían los movimientos de emancipación americanos alterando la historia conocida y convirtiendo las independencias americanas en un nuevo imperio hispanoamericano unificado. Las tribus indias que se levantaron en armas en esta realidad en 1808, serian exterminadas décadas antes de que fueran una amenaza para la América criolla unificada. Y en el momento en que la población criolla estuviera preparada para independizarse de la madre patria, estaría California lista para guiar y dirigirla bajo el tutelaje del mismísimo Rogelio Mondragón.
Una docena de robots obreros transportaba embalajes al centro de lo que parecía una plataforma circular de metal dorado. La estructura del portal estaba rodeada por cinco pilares cóncavos metálicos que se arqueaban sobre dicha base. Las paredes al rededor estaban tapizadas de supercomputadores necesarios para los intrincados cálculos de asignar las coordenadas inter-dimensionales de origen y destino que funcionaban empleando el fenómeno del entrelazamiento cuántico y las partículas de Altocalifornio como faros. Ante aquella imagen Mondragon exultaba de euforia, en pocos minutos gracias a su trabajo la humanidad destronaría de su reino a los mismos dioses, y seria Mondragon quien se sentaría en el trono celestial para guiar los destinos de toda la humanidad.
Un solo pelotón de soldados resguardaba la seguridad de Mondragón y el resto de científicos dentro de la habitación, no obstante en los pasillos y controles de acceso docenas de autómatas se interponían en caso de que atacara algún ejército invasor. Los autómatas eran mucho más letales que los soldados humanos, pero tenían el defecto fatal que era que podían ser fácilmente neutralizados usando ataques de guerra informática, por ese motivo la guardia pretoriana de Mondragón estaba compuesta exclusivamente por humanos.
Debido a esa razón no fue sorprendente que un pequeño grupo de rangers se infiltraran a los niveles inferiores de la instalación. Los autómatas que se interponían en su avance eran fácilmente inhabilitados empleando ataques de red. Durante más de tres siglos las fuerzas armadas californianas trabajaron codo a codo con sus ahora enemigos, debido a esa colaboración estos últimos conocían a detalle las especificaciones de las defensas californianas.
Fue una sorpresa para Mondragon cuando el acceso a su laboratorio se abrió y un nuevo grupo de soldados que no estaban programados apareció. Mondragón no podía permitir que estos nuevos soldados intervinieran en su planes, por un momento pensó que iniciaría batalla entre él y alguna facción de políticos o militares que querían hacerse con el control de su proyecto a escasos minutos de ser activado el portal. La verdad era mucho peor. Antes de que Mondragón lograra reaccionar a la situación, el nuevo grupo de militares dispararon contra el pelotón de soldados leales a los planes del científico.