La batalla de Sitka


1La batalla de Sitka se libró en Alaska en octubre de 1804, entre fuerzas armadas del Imperio Ruso, representados sus intereses en América por la compañía Shelikhov-Golikov, y el clan Kiks-ádi de la nación Tlingit.
Originalmente, hacia 1795 el representante de la compañía, Alexsandr Baranov y un nutrido grupo de unos 100 rusos y 700 nativos de las islas Aleutianas llegaron a la isla de Sheetʼká Xʼáat’i y solicitaron a los Tlingit, entonces habitantes de un gran poblado fortificado, el Noow Tlein (literalmente ‘Gran Fuerte’) el permiso para asentarse en la isla, mediante un fuerte pago en especie y en dinero. Cabe mencionar que los Tlingit no eran un pueblo aislado y comerciaban activamente desde mediados de siglo con los rusos, ingleses y franceses y después con estadounidenses.
Los rusos fundaron un asentamiento, el “Reducto San Miguel”, protegido por una empalizada y atalayas y provisto de almacenes, establos, herrerías, barracas para guardias y cazadores, y una residencia para Baranov. En un inicio la convivencia y el comercio fueron pacíficos, pero pronto las tensiones comenzaron a surgir: por un lado, el orgullo de los Kiks ádi empezó a ser blanco de ataques de las naciones rivales y de otros clanes de la propia nación Tlingit, quienes les veían como los sirvientes de los rusos, llevándoles a ser cada vez más fríos en su trato con la gente de Baranov, quien por su parte, también comenzó a ser menos generoso en el comercio con los nativos y continuamente les exigía jurar lealtad al Zar, mientras que la costumbre rusa de tomar esposas nativas (no siempre voluntariamente) disgustaba cada vez más a los Kiks ádi. Así la tensión crecía al mismo tiempo que la competencia por los recursos de la isla.

En 1802 finalmente se desató la violencia cuando una partida de guerreros Tlingit “pintados como demonios y con máscaras de animales talladas en madera”, dirigidos por el jefe Shḵ’awulyéil atacaron el reducto San Miguel el 20 de junio y aniquilaron a buena parte de sus ocupantes, salvo aquellos que lograron esconderse y escapar o se hallaban fuera al momento del ataque, como Baranov, en ese momento de viaje en Kodiak, capital de la Alaska rusa, a donde llegaron las noticias días mas tarde, junto con los sobrevivientes, transportados por el HMS Unicorn. Mientras las noticias se transmitían a Moscú y se preparaba una represalia, los Kiks ádi se prepararon para enfrentarla: el chamán Stoonook, confiando en que los rusos volverían con refuerzos para vengarse, exhorto al clan a construir una nueva posición fortificada, con defensas contra el fuego de los cañones. Esta, el Shis’gi Noow, se encontraba en el delta del río Indio, en una profunda playa rocosa, para alejar todo lo posible el rango de tiro de los cañones rusos y dificultar cualquier avance de sus tropas. El plan tlingit era sencillo, atraer a los rusos al viejo asentamiento, el Nook Tlein y de allí retirarse hacia la seguridad del nuevo fuerte; en el camino causarles todas las bajas posibles.

2

A fines de septiembre de 1804 Baranov regresó en la balandra Neva, del teniente Yuri Feodorovich Lisyansky, con 150 batidores rusos y unos 400-500 aleutianos. Baranov envió mensajeros a intimar la rendición del Nook Tlein, y los Kiks ádi parlamentaron solamente el tiempo suficiente para terminar de abandonar el viejo fuerte y trasladarse al nuevo sin que los rusos se diesen cuenta. Sin embargo, ocurrió un fuerte percance: una de las cargas de pólvora de los tlingit se vio sorprendida por batidores rusos y una bala perdida hizo estallar la carga, matando a toda la tripulación de la canoa que la transportaba; de este modo la gente de Baranov y Lisyanski se dio cuenta del engaño y se dirigió al emplazamiento del Shis’gi Noow.
El día 1º de octubre el Neva apareció a la vista del fuerte tlingit. Baranov, conduciendo a sus tropas rusas y aleutianas dirigió el asalto al fuerte, siendo rechazado por continuas descargas de fusilería. Cuando se retiraban, el líder guerrero Kiks ádi, el Jefe K’alyaan, portando una máscara tallada de cuervo y blandiendo un martillo de herrero guió a los defensores a salir del fuerte y entablar combate cuerpo a cuerpo con los atacantes; en el mismo momento una segunda fuerza Kiks ádi atacó por el flanco a las fuerzas de Baranov en un movimiento de pinza. En la violencia del enfrentamiento los aleutianos rompieron filas y se retiraron en desorden; los rusos resistieron un poco más, pero al ser seriamente herido su comandante también optaron por la retirada, siendo todos perseguidos por los tinglit hasta llegar al rango de fuego del Neva, que pudo así cubrir la retirada.
El segundo día Lisyanski intentó bombardear el fuerte sin éxito. “Estaba construido de madera tan gruesa y fuerte que el fuego de mis cañones no podía penetrar a la corta distancia de un cable”. Tras este fracaso decidió establecer pláticas de paz con los nativos. Por su parte los Kiks ádi estaban regocijados con su victoria del primer día, pero eran conscientes de que su escasez de pólvora a comparación de los rusos y eso limitaba sus posibilidades de continuar rechazando asaltos. Sin embargo, habían logrado el éxito suficiente para que los clanes tlingit del norte se decidieran a enviarles refuerzos. Aun así, el tercer día demoraron el parlamento con los rusos, mientras mujeres y niños abandonaban el fuerte y se dirigían al norte. Sin embargo el Neva no cejó en su empeño cañoneando el Shis’gi Noow, sin enviar nuevas partidas de desembarco, ante lo cual los guerreros tlingit decidieron abandonar el fuerte también.
No fue sino hasta octubre 7 que Lisyanski hizo desembarcar a sus tropas rusas y aleutianas y entrar al fuerte, encontrándolo deshabitado. En los alrededores tampoco pudieron encontrar rastro de los tlingit, lejos al norte ya como para ser rastreados. Finalmente los rusos arrasaron el fuerte para evitar que pudiese ser usado como emplazamiento para una nueva posición enemiga.
La victoria rusa fue decisiva. Aunque los Kiks ádi indujeron a los demás clanes tlingit y a otras naciones a cancelar sus tratos con los rusos, los ataques ya no se volvieron a organizar en grandes escalas, con lo cual la posición rusa en Sitka se afianzó, al grado de que sobre los restos del viejo Noow Tlein se construyó un gran asentamiento, protegido por empalizadas y torres armadas de cañones, y que a largo plazo se convirtió en la capital de la Alaska rusa, medio siglo antes de su venta a los Estados Unidos.

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